El cooperativismo en Puerto Rico es una rica tradición de autogestión, solidaridad y desarrollo comunitario que ha marcado profundamente la historia y la cultura de la isla. Desde sus humildes inicios en el siglo XIX hasta su expansión y consolidación en el siglo XX, el cooperativismo puertorriqueño ha demostrado ser una fuerza vital en la construcción de una sociedad más equitativa y justa.
El origen del cooperativismo en Puerto Rico se remonta a 1873 con la formación de “Los Amigos del Bien Público”, liderado por Santiago Andrade. Este hito representa el nacimiento de una alternativa económica y social que se centraría en el bienestar colectivo más allá del beneficio individual.
En 1908, Rosendo Matienzo Cintrón propuso el Primer Plan Integral Global para iniciar un movimiento cooperativo organizado en Puerto Rico, destacando la necesidad de estructuras cooperativas que pudieran servir de soporte a las economías locales. Esto fue seguido por la aprobación de la primera Ley del Cooperativismo en 1920, la Ley 3, que estableció un marco legal para la organización y funcionamiento de las cooperativas de consumo y producción.
El verdadero auge del cooperativismo llegó en la década de 1940, con la creación de la Ley General de Sociedades Cooperativas en 1946. Este marco legal robusto facilitó la expansión de las cooperativas a través de diversos sectores, incluyendo ahorro y crédito, consumo, y seguro. En 1948, se fundó la Liga de Cooperativas de Puerto Rico, consolidando el movimiento cooperativo en la isla y promoviendo un desarrollo estructurado y sostenido.
La educación ha jugado un papel crucial en el desarrollo del cooperativismo en Puerto Rico desde que la Universidad de Puerto Rico fundó el Instituto de Cooperativismo en 1953. Este instituto, junto con programas en escuelas públicas, ha fomentado la conciencia y formación en gestión cooperativa, preparando a jóvenes para liderar y participar activamente en el movimiento. Durante las décadas de 1950 y 1960, el cooperativismo se diversificó en sectores como transporte y gasolineras. Además, el mismo se expandió en consumo y seguros, proporcionando servicios esenciales y reinvirtiendo en la comunidad para fortalecer la economía local y el desarrollo comunitario.
El cooperativismo en Puerto Rico sigue siendo un modelo vibrante y esencial para la economía y la sociedad de la isla. Las cooperativas no solo continúan proporcionando servicios financieros y de consumo accesibles, sino que también han tomado un papel activo en la innovación y en la respuesta a necesidades emergentes, como la reconstrucción post-huracán, el desarrollo de proyectos de energía renovable, entre otros.
El cooperativismo en Puerto Rico es un testimonio del poder que tiene la colaboración y la solidaridad. A través de la unión de esfuerzos y la búsqueda conjunta del bienestar común, las cooperativas puertorriqueñas han demostrado que es posible construir un futuro más próspero y justo para todos.
Si quieres ser parte de esta importante contribución socioeconómica, llámanos y únete a una cooperativa con corazón de pueblo, la Cooperativa de Ahorro y Crédito La Comerieña. 787-875-2540 o al 787-875-2170 | Ubicados en Carr. 779 Km. 6.7 Bo. Palomas, Comerío, PR 00782.
Referencias
Pérez Riestra, Estela M., Ph.D. El Movimiento Cooperativista en Puerto Rico y el Mundo: Origen, Desarrollo y Visión de Futuro. 1ra Edición, 2011.
.png)
